El regreso a la presencialidad nos ha devuelto una alegría a todos que no habíamos sido capaces antes de ver o reconocer. La pandemia puso en evidencia la trascendencia de la educación y la importancia del acompañamiento y guía del maestro para el niño y los efectos de los mismos en su aprendizaje.
Han sido semanas de readaptación que han costado mucho en organización, orden y hábitos. Han sido muchas emociones juntas para tantos reencuentros y momentos que después de mucho, nos tocaba experimentar todos juntos. Sin embargo, como siempre el tiempo es ingrato y estamos a puertas de cerrar el primer trimestre y con ello cómo padres viene naturalmente la angustia por conocer los resultados académicos de los chicos, resultados que luego de dos años reflejarán de manera objetiva lo que mi hijo ha logrado avanzar en este primer periodo luego de dos años de pandemia en casa.
Escuchamos hablar de brechas, pero habría que clarificar si estamos todos entendiendo lo mismo, el diccionario lo define como: Rotura o abertura irregular, resquicio por donde algo empieza a perder su seguridad. Ello define lo que le sucedió al sistema educativo por dos largos años, se quebró, y se generó una abertura, que dificultó la naturaleza del aprendizaje en los chicos, entonces es en cerrar esa abertura, ese quiebre y en retomar esa seguridad perdida que debemos trabajar.
Entendiendo entonces con claridad el término y su finalidad llega entonces el cuestionamiento: ¿A qué brecha me dedico a apoyar a mi hijo como padre?
Es importante comprender que nuestro sistema educativo, está desarrollado para que las competencias se terminen de lograr luego de un periodo de dos años que comprenden los ciclos que se van cursando a lo largo de toda la escolaridad. Entonces, siendo conscientes de que pueden existir brechas académicamente naturales luego de dos años de pandemia, la parte académica tarde o temprano, se acortará, se cerrará o se superará, puesto que se están poniendo en planes todas las estrategias académicas para que eso suceda y los chicos siempre suelen dar esos saltos que nos sorprenden, animan y devuelven la fe a todos.
Por otro lado, ahora también aparece otra brecha de suma importancia que no se había dimensionado como tal: la brecha social. Los niños están volviendo a encontrar nuevas formas para reconectar de manera presencial unos con otros y eso también está costando por diversos factores, entre ellos: pasaron mucho tiempo encerrados, el temor que aún sienten por el COVID, ya no recuerdan cómo era sus interacciones físicas, han perdido hábitos de convivencia social, entre muchos otros, y todos pasan factura en cada una de las situaciones escolares, es ahí donde también nos debemos centrar como padres y no solo darle una repasada a los cuadernos, sino también cuestionar a los chicos sobre su forma de interactuar con los otros, invitarlos a reflexionar sobre cómo debo relacionarme y tratar a los demás y el cuidado que debo ofrecer al otro con mis acciones, ayudarlos a ver, que la vida real no es ese juego del Play, ni la serie que suelo mirar en la tele. Es importante acompañar a los chicos en esos espacios para comprender por qué actúan así y tratar de ayudarlos a orientar sus pasos en este regreso al cole.
También es importante que desde la misma mirada, busquemos hacer alianzas con los padres de familia de la clase de mi hijo, y asegurarme de que compartimos los mismos valores, los mismos objetivos e ideales para nuestros hijos, así sabremos que cuando estén en mi casa o en la tuya estarán siempre acompañados y orientados bajo una mirada de amor que los invita a siempre reflexionar y anteponer el respeto y el buen trato.
Finalmente, no podemos dejar de mirar la brecha espiritual, ayudemos a los chicos a volver a lo básico y lo más esencial que tenemos, buscar a Jesús en la oración diaria, ayudémoslos y quizá empecemos junto con ellos, pongamos todo en manos de Dios, que Él sabrá mostrarnos los caminos.
Es tanto en lo que hay que trabajar, y pues sí, bien sabemos que la tarea de ser padres y madres nos invita a nuevos retos y desafíos casi a diario, sin embargo somos seres integrales y vamos a ir acomodándonos y todo poco a poco va a ir engranando. Qué brecha es la que no debo olvidar, (pues desde el fondo de mi corazón), creo debemos hacerles saber a los chicos, que creemos en ellos, que lo lograrán, que aquello que ellos se propongan lo conseguirán. Ayudémoslos a hacer esos propósitos juntos. Debemos cuidar su autoestima y seguridad, debemos cuidar su amor propio y cultivar la confianza en sí mismos. Solo con eso, y vaya tarea, nos podremos asegurar que todas las brechas irán cerrándose poco a poco.
Nathalia Herrera Shiell
Directora de Nivel Lower School
Colegio San Pedro