Nos queda claro que este tiempo de Adviento y Navidad será distinto. No digo que será malo o bueno, sino distinto y una oportunidad para seguir creciendo.
Sabemos que el Adviento, nos ayuda a prepararnos para la Navidad. Durante él, se enfatiza sobre todo la esperanza en Dios, manifestada en el nacimiento de Jesús, Emmanuel (Dios con nosotros). Recordamos como Dios cumple sus promesas y eso nos da seguridad. Por eso los que creemos en Cristo, tratamos de disponernos, durante cuatro semanas, para celebrar este gran acontecimiento de la Navidad.
Dicen que no hay mejor momento para practicar el perdón, que cuando tienes alguien a quien perdonar. De la misma manera no
hay mejor momento para vivir la esperanza y confianza en Dios que un
tiempo como el actual, donde hay tantas cosas inciertas. El futuro cercano es desconocido y ningún ser humano puede predecir lo que sucederá el próximo año. Por eso para aquellos que tenemos fe, se nos presenta una ocasión propicia para poder levantar nuestra mirada hacia Dios: “A ti, Señor, levanto mi alma: Dios mío, en ti confío; no quede yo defraudado; que no triunfen de mí mis enemigos, pues los que esperan en ti no quedan defraudados.” (Salmo 24,1-3).
Creo que muchos en este tiempo de pandemia nos hemos acercado más a Dios. Quizás nos hemos preguntado el porqué, de tal o cual situación, frente a la cual no encontrábamos una explicación. Lo que sucede es que, ante el panorama incierto y donde las palabras humanas se agotan, queda sólo la Palabra de Dios que va más allá. El Adviento, es el tiempo de espera por excelencia, por eso considero que esta es una muy buena ocasión para sacarle más provecho, que otros años. Quizás porque al no tener las seguridades de antes, ahora más que nunca experimentamos que estamos en las manos de Dios.
La salvación vino de donde menos se esperaba. Una mujer sencilla, un nacimiento en un pesebre, un pueblo desconocido, una Virgen que concibe por obra del Espíritu Santo. Todo según los planes de Dios,
no los de los hombres.
Quizás Dios se vale de este tiempo que vivimos, para decirnos que debemos dejarnos sorprender por Él, que es el único capaz de sacar cosas buenas de los males. Junto con ello, recuerda que para Él nada es imposible. Por eso también este tiempo nos puede ayudar a tener esa mirada, de fe que tuvo la Santa María. Se trata de no sólo esperar aquello que el hombre puede hacer con sus limitadas fuerzas, sino más bien dejarnos sorprender y maravillar por Dios y su poderosa acción, en nuestras vidas.
Un tiempo para quedarnos con lo esencial.
Cuántas veces hemos visto que, en estas fiestas, muchas cosas accidentales nos distraen de lo esencial. Tanto así que Jesús, algunas veces, queda sepultado detrás de cientos de regalos, eventos, cenas, reuniones, hombres de nieve, desayunos, Panderos, etc. (Cosas que no son malas en sí mismas) Pero ahora quizás la realidad, nos lleva a quedarnos con lo esencial. En vez de entristecerme o amargarme por esto, verlo como una oportunidad para volver nuestra mirada al Pesebre. A ese lugar donde María y José nos presentan al Niño Dios. A ese rincón que por ser el más humilde y sencillo quizás ya no miramos, porque hemos quedado encandilados por los superfluo y pomposo.
Tiempo donde quizás muchas puertas se han cerrado, como le sucedió a la Sagrada Familia, y sólo se abrió la puerta de un pesebre, para el nacimiento del Niño Jesús. Hoy que quizás se han cerrado algunas puertas, mira, contempla y quizás puedas entender un poquito lo que significó ese momento para estos jóvenes esposos que buscaban un lugar digno para que naciera el Señor Jesús. Una oportunidad para crecer en esa fe y confianza que tuvo María en ese momento de natural incertidumbre.
Por eso veo este tiempo como una ¡Gran oportunidad!
Un adviento y Navidad especial, para vivirlo con la Sagrada Familia. Donde quizás ya no se podrán tener muchos regalos, pero no va a faltar el gran regalo que es ¡Jesús! Donde quizás no estaremos rodeados de todos los que queremos, pero eso también podría ayudarnos a elevar una oración por los que tantas veces están solos. Una ocasión quizás para salir y ofrecerle algo a quien
está ahí afuera de tu casa y muchas veces celebra la Navidad sólo para que tú puedas estar tranquilo.
Pidámosle a Dios que nos ayude a vivir este tiempo que nos regala, con mayor fe, esperanza y alegría que otros años. Porque Jesús viene de la misma manera como lo ha hecho en otras Navidades, a traernos la paz y esperanza que nadie más puede darnos.
Les dejo una oración que quizás la pueden rezar en familia:
“Dios todopoderoso, aviva en tus fieles, al comenzar el Adviento, el deseo de salir al encuentro de Cristo, que viene, acompañados por las buenas obras, para que, colocados un día a su derecha, merezcan poseer el reino eterno.” (Oración colecta I Domingo de Adviento).
Padre Enrique Granados
Capellán de los colegios Villa Caritas y San Pedro