Ya pasaron dos meses desde que empezó la cuarentena. Sé que andan ocupados, pero les quiero pedir que se den un tiempito para leer esta carta que les he querido escribir hace días y por fin hoy me animé.
Estos días los he estado observando como hace mucho no lo hacía.
Al principio, podía notar cierta felicidad en sus ojos, los escuché diciendo que a pesar de la pandemia, era un regalo pasar tantos días con nosotros. No sé si hoy siguen pensando lo mismo. ¡Quiero pensar que sí!
Pero a medida que el tiempo ha pasado y no sabemos cómo viviremos de aquí en adelante y vemos cómo este virus se lleva a tanta gente, los empecé a ver muy cansados y preocupados. En varias ocasiones han dicho que ya no pueden con todo: trabajo, ayudarnos con las clases del colegio, la casa, etc. Imagino lo difícil y agotador que es todo esto. Para remate, yo les pregunto cada cinco minutos que hay de comer y demoro en cambiarme. Para mí tampoco ha sido fácil, al principio me costó entender que no eran vacaciones, que a pesar que ustedes estaban en casa debían seguir trabajando y yo estudiando, pero ya me voy acostumbrando. Aún me cuesta no poder estar con mis amigos, ir al colegio, ver a los abuelos.
No sé si sirva de algo pero quería decirles que yo los veo todos los días esforzándose mucho. Sé que la casa no está ordenada como quisieran, no nos levantamos ni acostamos exactamente a la misma hora, nos cuesta concentrarnos porque debemos trabajar todos juntos para que el Internet llegue bien. Pero estamos juntos riendo, gritando, peleando, disculpándonos, llorando y ¿es que así no es una familia?
Yo no quiero una familia perfecta porque no existe, yo no quiero papás perfectos ni que todo esté bien de pronto, porque entiendo perfectamente que hoy las cosas no andan bien en todo el mundo. Yo los quiero como son y sé que están haciendo lo mejor que pueden, como yo también lo intento hacer.
Les pido por favor que se cuiden mucho, tengan espacio para ustedes, no dejen de hacer lo que les gusta. Sé que para ustedes yo soy lo más importante, pero ustedes también lo son. Enséñenme a quererme viendo cómo cada uno se quiere y se cuida. Cuéntenme lo que necesitan, haré lo posible por comprenderlos y ayudarlos, como ustedes lo hacen conmigo.
Somos una familia, somos un equipo y nos contenemos entre todos, aunque no entiendo bien sus preocupaciones quiero que sepan que confío en Dios y confío en ustedes, y siempre sabré que hacen lo mejor que pueden.
¡Los quiero mucho!
Tu hijo(a)