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¿Cómo puedo ayudar a mi hijo a ser un mejor amigo?
Hace unos meses que empezaron las clases escolares y el regreso, aunque feliz ha traído sus retos.
Luego de dos años frente a una pantalla, donde las redes sociales se convirtieron en el lugar de encuentro por excelencia, muchos nos hemos olvidado cómo era el tratarnos frente a frente.
Las pantallas nos permiten escondernos
Nos dan licencia para actitudes que seguramente frente a frente no haríamos o en todo caso no podríamos hacer.
Los memes, los grupos de chat, el término ciberbullying muchas veces llega a la vida de nuestros hijos sin siquiera nosotros saberlo.
Sin saber y tener conciencia nuestros hijos se instalan en un comportamiento violento que los padres podemos estar ignorando. Y todo esto nos asusta, nos pone en estado de alerta.
Criar es empatía es prevenir la violencia
Luis Moya, psicólogo investigador, autor del libro “Educar en empatía. El antídoto contra el bullying” afirma que “cuanto más empático es alguien, mucho menos utilizará la violencia como forma de resolver los conflictos” Conflictos que comienzan dentro de uno mismo y que se proyectan con los otros, y hoy que las pantallas lo permiten todo percolan hacia ese lugar.
Pero ¿cómo educar en empatía? Primero hay que saber que la empatía es resultado no solo de la crianza sino también de factores biológico y ambientales (el entorno). Es por esto que hay diferentes capacidades de empatizar entre las personas.
Lo que sí es innegable es que crecer en un ambiente empático incrementa la probabilidad de desarrollar empatía.
La familia, el lugar donde aprendemos a ser empáticos
Mucho hemos escuchado de la crianza con apego, de la importancia de los abrazos, de las palabras amables. Pero a veces no terminamos de entender el impacto tan grande que todo esto tiene en la vida del ser humano.
Tener conciencia de lo que pasa en nuestro cerebro ayuda. Esos abrazos (que a veces no sabemos cómo dar) nos ayudan no solo a sentirnos amados y seguros, sino que ayudan a que nuestro cerebro produzca mayor cantidad de oxitocina, una hormona que permite de conectemos con el otro, es la hormona responsable del vínculo y del apego.
En la familia a través de esos espacios que compartimos, a través de ese amor incondicional, de esa escucha activa, de lo que enseñamos a nuestros hijos sobre la amistar, sobre sus propias emociones, educamos en empatía.
Cuando a un niño pequeño lo ayudamos a reconocer la alegría, la tristeza, el miedo, lo ayudamos a crecer en empatía, porque así como aprende a reconocer sus sentimientos aprenderá a leerlos y reconocerlos en los otros.
Las relaciones positivas entre padres e hijos son ese sustrado delicioso para cultivar la empatía. Si nos esforzamos por cultivar entornos familiares colaborativos, en los que se atienden rápidamente las necesidades de los niños y se habla abiertamente de las emociones, ya estamos construyendo empatía.
Las relaciones basadas en el afecto, disponibilidad emocional y el calor del abrazo son las que contribuyen a un mayor desarrollo de la empatía.
El trabajo familia-colegio los aliados por excelencia
Volver al colegio luego de dos años separados es un volver a aprender a reconocer las emociones propias y las de otro. Los conflictos aparecerán, los dolores saldrán a flote. Más aún si volvemos con mascarillas. Solo nos quedan los ojos del otro para poder leer qué le está pasando. Es un momento crucial para salir a ser empáticos.
Es un tiempo retador en el que con todo lo que la ciencia aporta, necesitamos salir como comunidad a respetar los procesos del otro. A entender que los chicos estan aprendiendo nuevamente, a tenernos paciencia. A esforzarnos por buscar soluciones juntos.
Es importante saber que el aislamiento social definitivamente nos ha dificultado la socialización y en la sensibilidad hacia los demás. El aislamiento social dificulta el acercamiento a los estados mentales y emocionales del otro. Es por lo tanto de esperar que luego de dos años de aislamiento social nuestra capacidad de empatía haya podido disminuir. Pero no todo esta perdido.
Recuperando la empatía
Si bien la empatía se va formando a través de un proceso gradual que se va dando conforme el ser humano se va desarrollando, lo cierto es que la empatía se puede cultivar y acrecentar a cualquier edad. Es nuestra labor volver a esos medios que nos permitan crecer en empatía.
Y esos medios para crecer en empatía tiene que ver con nuestras relaciones afectivas, con la salud de las mismas y con el conocimiento de nuestras emociones.
Es, por lo tanto, momento de volver a reconocer nuestras emociones, de conectar con nuestros seres queridos, de promover el respeto a los procesos de los demás, de comunicarnos con amabilidad siempre, de ayudar a buscar soluciones pacíficas a los conflictos que puedan aparecer y por supuesto de aprender que todo acto que hagamos tendrá consecuencias que asumir.
Silvana Ramos
Área de Bienestar Familiar VCSP