¿Qué es eso? ¿Mi hijo o hija es parte de esta generación? ¿Qué significa?
Pocos sabemos cómo padres que nuestros hijos, chicos y chicas, nacidos a partir de 1995 están comprendidos dentro de la Generación Z, adiós a los Millenials. La Generación Z, son adolescentes nacidos en plena era digital. Estos últimos 10 años el uso de la tecnología y redes sociales se ha generalizado y universalizado exponencialmente, pasamos de tener televisión y radio a tener celulares, Ipads, computadoras, playstation, etc. A eso hay que sumar el auge de las redes sociales, Facebook, Instagram, Twitter, Youtube, juegos, entre otros. Para ellos todo este mundo colmado de tecnología y conexión es algo natural y es parte de sus vidas, a diferencia de nosotros en donde todo este mundo es algo totalmente nuevo y en la mayoría de los casos sabemos menos que ellos al respecto.
Debemos admitir que para los padres criar hijos es algo complicado y
ahora nos suman que debemos lidiar con el manejo de la tecnología y con hijos que están “hiperconectados”.
Respiremos hondo y admitamos que no todo es malo: el ingreso de esta nueva tecnología y aplicaciones también nos ha traído cosas buenas y positivas en nuestras vidas. Por ejemplo, nos ha permitido estar comunicados con personas (familiares, amigos, etc.) que estaban muy lejos, nos permite tener acceso a información de una manera rápida y amplia y, como no admitir que es también un medio de ocio y entretenimiento.
Pero claro, esa es la parte fácil, ahora hablemos sobre a lo que nos enfrentamos como padres. Tenemos un hijo adolescente el cual está experimentando cambios físicos, psíquicos y sociales y que adicionalmente está forjando su propia personalidad e identidad futura. Tenemos que admitir que el adolescente está pasando por una etapa muy difícil, dándonos a veces la impresión que están constantemente a la defensiva. (Es complicado, lo sé pero no nos lo tomemos como algo personal y seamos empáticos con ellos.)
Para hacerla aún más difícil, ahora le sumamos la exposición a toda esta tecnología a la cual no está físicamente preparado, el adolescente se encuentra en un proceso de maduración y por lo tanto su cerebro
no está completamente desarrollado en lo que llamamos el control y la regulación emocional. Ellos no dimensionan los riesgos o las consecuencias de todo lo que les llega, y esto es lo que más nos preocupa como padres con respecto al manejo que ellos tienen de la tecnología. La falta de privacidad a la que están expuestos y se exponen, el pobre desarrollo de habilidades sociales (empatía, interpretación de gestos, compasión, etc.) que tienen, la información que reciben que en muchos casos es inadecuada para su edad, el poco análisis que hacen de todos los con- tenidos que reciben o mandan, la adicción, etc.
¿Qué hacemos con todo esto, salgo corriendo y le quito el celular a mi
hijo o hija? NO ¿Bloqueo la información? NO ¿Le reviso todos los días el celular? NO.
Hemos dicho que el celular, la tecnología y la Internet para bien y/o para mal se han convertido en parte de nuestras vidas y tenemos como padres que aprender a vivir con ellas.
Nuestro instinto de padres nos hace querer proteger a nuestros hijos y tratar de evitar cualquier cosa que les pueda hacer daño o los perjudique. Pero, esto cada vez es más difícil, los chicos y chicas crecen y se nos hace más complicado e imposible controlar- lo todo, además es parte de la educación que preparemos a nuestros hijos a afrontar la vida y asumir las consecuencias.
Son muchas las cosas que podemos hacer como padres para poder educar de una manera eficiente a nuestro hijo o hija adolescente. Pero me quiero enfocar en una que considero la más importante, “educar con amor y comunicación”.
Todos amamos incondicionalmente a nuestros hijos, eso nadie lo discute, pero ¿Qué significa educar con amor? Educar con amor es educar siendo empáticos y respetuosos. Ojo que hemos hablado que ellos están pasando por un tiempo difícil y estas dos habilidades nos permitirán acercarnos de una manera más eficiente a nuestros hijos e hijas.
Luego, buscar una buena comunicación, ¿Qué es una buena comunicación?
Y ¿Cómo debo hacer?, sé que es difícil, pero estos pocos consejos les ayudarán.
Busquen una comunicación abierta, es decir, que ellos tengan la confianza de poder contarles todo lo que desee, puede ser que haya momentos en que alguna confidencia no nos guste, pero no nos alteremos, mantengamos la calma y no juzguemos; aprovechemos el momento para dar el consejo y la orientación adecuada y lo más importante: Que sienta que siempre podrá recurrir a nosotros pase lo que pase.
Interesémonos en sus cosas, si le gusta el fútbol o un cantante, tratemos de genuinamente ser parte de este mundo. Verás cómo empezarán a tener temas de conversación y podrás tener oportunidades de no sólo saber cómo se siente o piensa, sino también podrás aprovechar estos momentos para poder guiarlo.
Si queremos hablar sobre algún tema que consideramos delicado o llamarle la atención, debe ser de forma calmada: sin agresiones físicas (golpes, gestos o posturas) o verbales, si estás molesto es mejor esperar otro momento.
Muchas veces que nos acercamos a nuestros hijos para entablar una conversación, no siempre somos bien recibidos y recibimos como respuestas monosílabas, “sí”, “no”, “bien”, etc., tengamos paciencia; pero si tienes la suerte de que él o ella te busca un tema de conversación NUNCA lo dejes pasar, ¡aprovéchalo! Ponle toda tu atención física y mental.
Nos ha tocado una época difícil para ser padres, como leí una vez: “Los papas de ahora debemos ser padres “todo terreno”, estamos en un mundo que está en constante cambio y esto nos complica más la educación y acercamiento a nuestros hijos.” Pero lo que no ha cambiado es la importancia de criar a nuestros hijos en valores y darles todas las herramientas posibles para manejar su vida y puedan tomar así las decisiones correctas.
Bienvenida la Generación Z, aquí estamos los padres “todo terreno” para guiarlos en este camino que es la vida.
Roberta Gueudet
Mamá del colegio Villa Caritas