En el contexto actual de pandemia, hemos empatizado con nuestros hijos y les hemos dado un mayor acceso a las pantallas, que resultan herramientas útiles para aprender, divertirse y socializar. Sin embargo, sin querer podemos facilitar un uso indiscriminado, mucha exposición a las redes y sus peligros.
Datos actuales
Un estudio desarrollado este año por Qustodio (marca de software de monitoreo) revela que la actividad en Internet de los niños, niñas y adolescentes durante el confinamiento, se ha incrementado en 180 % en relación al 2019. Este trabajo se centra en el análisis de tres países (60000 familias de España, Reino Unido y EE.UU.) y agrupa el uso de la Red en cuatro categorías: vídeo en línea, redes sociales, videojuegos y educación. En las tres primeras categorías los menores invierten en torno a 3 horas diarias. Las redes sociales más utilizadas por niños y adolescentes han sido Instagram, TikTok y Snapchat. La aplicación china TikTok ha sido la que ha mostrado un mayor crecimiento. YouTube, que sigue siendo la aplicación de vídeo más utilizada por los menores. Podríamos tal vez esperar datos similares en nuestro país.
Posibilidades y riesgos
Nuestros hijos tienen un papel activo en la red con posibilidades ilimitadas. Explorar este universo virtual es útil, interesante, divertido, inquietante y hasta peligroso y adictivo. Los puede sumergir en el mundo virtual y alejarnos del mundo real. La búsqueda de atención, sensaciones y placer obtenidos de manera rápida y fácil pueden afectar la capacidad de apreciar, conectar y disfrutar el contacto con el mundo real que puede resultar exigente y frustrante.
Interacciones virtuales donde conocemos algo del otro o lo que nos quieren mostrar, no satisfacen la necesidad de una conexión humana real y los niños y adolescentes pueden ser objeto de mentiras, manipulaciones y retos peligrosos como los vistos últimamente en Tik Tok.
Nuestro cerebro no está preparado para la actividad multitarea que exigen los videojuegos y redes sociales y su uso altamente frecuente se asocia a estrés, dificultades de atención sostenida, inmediatismo, poca tolerancia a la frustración, impulsividad, dificultades académicas, problemas en la visión y en el sueño. No son raros los casos de ansiedad, depresión y baja autoestima asociados a una falsa y débil identidad creada en función a las redes sociales.
Un gran reto
En este momento los padres tenemos el reto de orientar, acompañar, generar espacios alternativos y poner límites sin resultar poco empáticos e imponer restricciones excesivas. Un prerrequisito, difícil pero necesario para nuestra labor, será conocer y comprender la actividad de nuestros hijos en las redes. Conocer sus aplicaciones y juegos más usados, los youtubers que sigue, las series y programas que les gusta ver. No podemos juzgar sin información y sin comprender su experiencia.
Sabemos que hay una sobreexposición a pantallas y buscamos en la medida de lo posible paliar esta situación, minimizar la exposición a contenidos indebidos y ayudarlos a desarrollar criterios frente a ellos.
Mayor acceso
En este contexto permitimos un mayor acceso a videojuegos, videos en línea y redes sociales, como medio de diversión y socialización. Debemos considerar las recomendaciones de edad de los creadores de las redes y el conocimiento de nuestro hijo para no dar acceso demasiado temprano o indebido.
Tendremos que asegurarnos que nuestros hijos mantengan perfiles de privacidad y no den información personal. Tengan cuidado al subir fotos y videos, y no compartan algo que perjudique a otros. Mientras sea posible nos deben aceptar como amigos en las redes. Buscamos, en base al diálogo y los límites, que comprendan que las redes sociales son espacios de:
- Compartir, más no sobreexponerse.
- Recibir información y opiniones sin que eso defina la propia identidad.
- Tolerancia y respeto por los demás.
- Conocer a los demás sólo por medio de lo que deciden mostrar.
- Libre opinión sin que todo lo dicho sea igual de cierto.
Nuevas rutinas para nuestros hijos
Son necesarias para el bienestar físico y lograr un balance emocional entre emociones difíciles y positivas. Debemos asegurarnos de que coman y duerman bien, que mantengan espacios de conexión con la familia y de diversión con sus amigos, que tengan actividades sin pantallas y hagan ejercicio. Tendremos que establecerlas o llegar a acuerdos con nuestros hijos en diferentes puntos:
- Determinar límites de tiempo y horarios de uso para el acceso a pantallas para diversión. Sin considerar el horario escolar, debe quedar tiempo para otras actividades y poder dormir bien. Es recomendable el uso de un software de monitoreo como Qustodio.
- Mantener rutinas familiares como horarios de almuerzo y cena, en los cuales podemos cultivar la comunicación y empatizar compartiendo las frustraciones y las oportunidades que vivimos en este tiempo.
- Tareas rutinarias de ayuda en casa relacionadas con el orden, la limpieza y ayuda a hermanos.
- Tener espacios personales y familiares con y sin pantallas.
Motivando la conexión familiar y espacios sin pantallas
Tenemos que ser creativos y astutos para motivar la participación en estos espacios. Se puede crear un plan en conjunto. Usemos la autoridad y obliguemos cuando no quede otra opción.
Es importante interesarnos y acercarnos al mundo de nuestros hijos, observar o hasta compartir sus videojuegos y películas preferidas. Por otro lado, trataremos de llevarlos a otros espacios a través de actividades que se pueden integrar a la rutina como:
- Jugar en familia: tal vez necesitemos unas golosinas como motivación.
- Aire libre: paseos en auto y/o bicicleta, caminatas siempre con las medidas de seguridad. Eventualmente, incluir en el momento un helado puede disponerlos mejor.
- Ejercicio: salir a trotar, seguir un coach en YouTube, tenis, surf. Siempre en compañía resulta más divertido. Eventos culturales virtuales: obras de teatro, visitas a lugares y museos en línea.
- Películas en familia.
- Motivar la lectura desde sus temas de interés.
- Aprender algo nuevo con tutoriales en línea (cultivar, arte, música, arreglos en casa). Siempre acompañar el inicio ayuda.
Señales de alerta
En este contexto es esperable que nuestros hijos en algún momento muestren algún signo de aburrimiento, ansiedad, tristeza, irritabili- dad y aislamiento. Sin embargo, si a pesar de acompañarlo y seguir las sugerencias descritas, estos signos son frecuentes, puede ser recomendable pedir ayuda profesional.
Sandro Del Negro
Psicólogo del colegio San Pedro